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domingo, julio 17, 2005

Mensaje de Pablo Neruda a los Jovenes Comunistas

"Dedico este trébol a las juventudes comunistas de mi patria"


Neruda


Quiero que esta carta sea un trébol de cuatro hojas. Dedico este trébol a la Juventud Comunista de mi patria.


La primera hoja es la de la alegría. Los jóvenes deben también aprender a ser jóvenes, y esto no es tan sencillo. Yo fui un muchacho enlutado. Cayó sobre mi vida la tristeza de los pobres pueblos del sur, el grito de la lluvia, la intransigente soledad. Más tarde encontré que la vida, mientras más serios problemas nos propone, mientras más difícil sea el descubrimiento de nuestro camino, cuanto más grave sea el sentimiento de la injusticia social, más razones tenemos para sentirnos dignos de nuestra responsabilidad. Así descubrimos el camino de la alegría, que comienza en nosotros mismos y luego quiere compartirse y repartirse. Luchamos porque nuestra alegría pueda ser compartida y repartida en toda la tierra.


La segunda hoja es la de la conciencia. Partimos desde la conciencia de un mundo deformado por el interés, por la rutina, por la codicia, por la hipocresía. El capitalismo y el imperialismo se cubren con una máscara que dice "mundo libre", y bajo esa máscara se esconden el terror, la represión de clase, la perversidad social. Los jóvenes deben partir de esta conciencia: la de una sociedad que debemos elevar a la dignidad del hombre, a la dignidad suprema del hombre. Y esta dignidad no existirá sin la lucha común que la haga realidad. Los jóvenes comunistas tienen el deber de representar esta conciencia, continuar y renovar esta lucha y hacer realidad los más antiguos sueños del hombre.


La tercera hoja es la de la seguridad. Cuando los primeros comunistas expresaron su verdad, fueron acusados de falsos, de traidores, de extranjeros, de ilusorios. Hoy, inmensas naciones viven en la Revolución. Los comunistas fueron martirizados, agredidos, calumniados. Hoy pesan en los destinos del mundo. Ayer los comunistas eran acusados de explosivos, de extremistas, de fieras humanas. Hoy son acusados de reformistas, de pacatos, de prudentes. Son los mismos enemigos de ayer los que quieren detener el cauce organizado de la Revolución. Se vistan de conservadores, de fascistas, de ultra izquierdistas, bajo sus vestiduras tienen el mismo rostro. Saben que los comunistas han cambiado la historia. Ellos, de una o de otra manera, han coincidido en el anticomunismo para detenerla en su marcha. Pero la historia se mueve hacia adelante, dejando atrás a los retardatarios y a los impacientes.


La cuarta hoja es la del Partido. Yo era ya un hombre cuando entré a la familia de los comunistas chilenos. Había atravesado la soledad. Había sentido y comprendido tragedias, desdichas, catástrofes. Había pasado por guerras y derrotas, por golpes y victorias. Creía ya saberlo todo. Pero encontré, dentro de mi Partido y andando por pueblos y caminos a través de la extensión de América y Chile, que tenía mucho que aprender, y cada día hombres anónimos, desconocidos hasta entonces, me dieron las mayores lecciones de sabiduría, de rectitud, de firmeza. Nadie debe creerse superior al Partido. Este sentimiento de modestia no significa vasallaje, sino superación de lo personal, aprendizaje de una disciplina que nos conduce siempre a la verdad.


Jóvenes comunistas: éste es el trébol de cuatro hojas que les mando desde lejos. Mis ojos y mi corazón siguen en Chile. Buena suerte.


Pablo Neruda


Saludo escrito por el poeta comunista Pablo Neruda el 19 de septiembre de 1972 en París, para el 7º congreso de la Jota.

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